30.9.05

58._ Iglesia

Así proliferaron, y prosperaron, comunidades por todas las regiones y ciudades en torno al Mediterráneo y más allá. Se reunían para comentar lo que había pasado en días del Maestro, para compartir y acrecentar mutuamente su fe en la resurrección, para contarse una vez más --y por vez primera a los recién llegados--, los dichos y hechos de su Maestro, y para ir así comprendiéndolos cada vez mejor.
Pasaron los años; los ancianos que habían sido testigos presenciales de la vida de Jesús, los primeros apóstoles, fueron muriendo; sus amigos y discípulos fueron poniendo por escrito los relatos y doctrinas que les habían oído; innumerables relatos, orales y escritos, fueron recogiéndose, compilándose, para formar escritos mayores utilizados autorizadamente, oficialmente, reconocidos y aceptados por todos --entre otros muchos rechazados--, en distintas ciudades y regiones; posteriormente fueron reunidos en libros: los "evangelios" de (los sucesores de) Marcos, Mateo, Lucas y Juan, y las cartas más importantes --sobre todo las del converso Pablo, el ex-fariseo apóstol de los gentiles, que había desarrollado la primera teología cristiana--, y los "Hechos de los Apóstoles" y el "Apocalipsis de Juan"; todos escritos en su forma definitiva alrededor de medio siglo después de Cristo.